Del 27 de abril al 3 de mayo, 22 alumnos de 3º de ESO, con edades comprendidas entre 15 y 16 años, emprendieron una experiencia única que marcó un antes y un después en sus vidas: una peregrinación a Santiago de Compostela desde Sarria, recorriendo los 117 km que completan el último tramo del Camino en 5 etapas llenas de emoción, esfuerzo, fe y crecimiento personal.
Este proyecto, impulsado por la parroquia y el colegio María de los Ángeles Suárez de Calderón, nació con el deseo de integrar lo espiritual, lo educativo y lo comunitario, ofreciendo a nuestros alumnos una vivencia que traspasa los límites del aula para convertirse en una auténtica escuela de vida.
Durante todo el camino, los alumnos estuvieron acompañados por un equipo comprometido y cercano:
- Pablo Andreu, vicario parroquial,
- Nuria Martínez, directora del centro,
- José López, responsable de mantenimiento,
- y Ester Lacambra, tutora de algunos de los alumnos participantes.
Una mochila cargada de miedos… y de esperanza
Partíamos con los nervios a flor de piel, mochilas bien cargadas y muchas preguntas rondando la cabeza: “¿Seré capaz?”, “¿Y si no puedo continuar?”, “¿Y si me lesiono?”
Las dudas y los miedos eran reales, pero también lo era el deseo profundo de dejarse transformar por algo más grande.
El Camino de Santiago no ha sido solo una meta física. Ha sido una experiencia espiritual y emocional que nos ha mostrado que las metas cuestan, pero que precisamente por eso valen la pena. Que cada paso, cada silencio, cada conversación, nos transforma. No se trataba solo de llegar… sino de cómo llegar. Y sobre todo, con quién.
Lo que el Camino nos enseñó
Cada jornada ha sido una lección de vida. Al mirar atrás, descubrimos que:
- La vida no es una carrera por llegar el primero. La belleza del camino está en las curvas, en las cuestas, en los que se quedan atrás y también en los que ayudan a avanzar.
- No todo gira en torno a uno mismo. Aprendimos a mirar más hacia fuera, a escuchar al otro, a dejar atrás el “yo, mi, me, conmigo” y abrirnos al prójimo con empatía y respeto.
- El equipo lo es todo. La diversidad no divide: enriquece. Aprendimos a caminar al lado del que piensa diferente, a reírnos de nuestras manías y a celebrar nuestras virtudes.
- Los límites son necesarios para crecer. El dolor, el cansancio, las lesiones… nos enseñaron a parar, a cuidarnos, y a ayudar a quien no podía seguir. Descubrimos que a veces quedarse en el arcén es también un acto de amor.
Un Camino con Él
En medio del cansancio y la superación, Jesús ha caminado a nuestro lado, como con los discípulos de Emaús. Su presencia se hizo visible en la calma, en las conversaciones sinceras, en el gesto que llega justo cuando se necesita.
Su Palabra nos acompañó, iluminando con sentido cada paso, recordándonos que no hay amor más grande que dar la vida por los demás, y que el servicio gratuito es el camino hacia la verdadera felicidad.
A nuestros 22 peregrinos, gracias por vuestro esfuerzo, vuestra entrega y vuestro corazón abierto. Habéis demostrado que no hay mochila demasiado pesada cuando se camina con esperanza, y que cuando uno se deja transformar, nunca vuelve igual a casa.
Y a toda la comunidad educativa, gracias por apoyar experiencias como esta, donde la fe, la educación y la vida se dan la mano para formar personas íntegras, comprometidas y con una mirada profunda hacia el mundo y hacia los demás.